sábado, 10 de marzo de 2012

¿Por qué ayuda para Cataluña y tanto abandono para Castilla?

Eso es lo que se preguntaban en El Norte de Castilla, el 17 de mayo de 1866. Castilla se veía víctima, abandonada, discriminada y peor tratada por el Gobierno, frente a situaciones similares, que Cataluña quien si gozaba de medidas proteccionistas y de las atenciones del Gobierno. Las cosas no son muy diferentes ahora. Trato preferente para la periferia (no solo Cataluña) y acusaciones de centralismo para el interior castellano, ¿es justo? He aquí el artículo:
“Como anunciábamos ayer a nuestros lectores, corrieron en esta capital rumores alarmantes sobre el estado comercial de Barcelona. La trascendencia de la noticia nos aconsejó, por más que la creíamos verdadera, no hacer más que indicársela a nuestros lectores, pero hoy, que la vemos publicada por los periódicos de Madrid, transcribiremos lo que sobre la misma encontramos.
Según ellos, al saberse en Madrid que la 'Sociedad Catalana General de Crédito' y que el 'Crédito Mobiliario Barcelonés' habían suspendido sus pagos y que se esperaban mayores catástrofes en la capital del Principado, los diputados catalanes se avistaron con los ministros de Fomento, Hacienda, Ultramar y Gobernación para tratar de algunos medios conducentes aminorar los malos efectos de aquella infausta noticia. Los ministros se mostraron propicios a los deseos de los representantes de Cataluña, hablaron de la conveniencia de declarar como festivos, para los efectos del Código de Comercio, los días siguientes a la suspensión; y, después, el Consejo de Ministros, reunido para tratar de este triste suceso, ha declarado estar decidido a ayudar a Barcelona con todos los auxilios necesarios.
Confesamos ingenuamente que, al leer estas noticias, nos hemos avergonzado del país en que vivimos y hemos dudado si Castilla, la noble, la leal y la trabajadora Castilla, está enclavada en España, o si no pertenece al reino peninsular que lleva este nombre.
Recordamos, y nuestros lectores lo recuerdan tan bien como nosotros, el triste estado a que Valladolid se ha visto reducido desde que los efectos de la cruel crisis que ha sufrido el comercio se manifestaron pavorosos y desconsoladores en esta ciudad, anegando en llanto infinidad de familias honradas, que vieron desaparecer en un momento el fruto de sus trabajos y de sus privaciones. Recordamos, y nuestros lectores recordarán con nosotros, lo ven aún como nosotros lo vemos, que, ni por parte del Gobierno, ni por parte de los representantes de este país pobre y abatido, pacífico y humilde, ha merecido el comercio de Valladolid la más insignificante muestra de amparo y de consolación en sus tribulaciones, ni el más pequeño recurso para aminorar los efectos de sus quebrantos, que han aniquilado a la agricultura y han concluido con las artes.
No somos en verdad egoístas, no deploramos los auxilios que se presten a Cataluña; más, por lo mismo que nuestro pesar no ha sido atendido por el Gobierno y se ha abandonado a nuestro comercio a sus propias y decaídas fuerzas, que comprendemos y palpamos la intensidad del mal y la necesidad que tiene aquél de ejercer su patrocinio en estas públicas y trascendentales tributaciones, aplaudimos todas las medidas protectoras que el Gobierno adopte en favor de la capital catalana; pero, lo repetimos, no podemos menos de preguntar a nuestros gobernantes y a nuestros diputados:
¿Por qué tal diferencia?, ¿Por qué ayuda para Cataluña y tanto abandono para Castilla?, ¿En qué consiste la diversidad de administración?, ¿Es, por fin, Castilla de España?
No acertamos a contestar con la calma que nos gusta escribir nuestros artículos. Otro día, tal vez, si sabemos dominarnos, nos ocuparemos de las causas y del porqué Castilla paga, paga y... nada más paga”.

17-5-1866. El Norte de Castilla, nº 2.848.


Bibliografía: Almuiña Fernández, Celso, "El Regionalismo Castellano" en Introducción a la Historia de Castilla, 2001. ISBN 84-87876-67-6.

Desde el siglo XIX, el Estado ha ido cediendo a las pretensiones de las regiones periféricas abandonando a las de interior, antaño más prósperas y dinámicas. Desde 1978, el fenómeno se acelera y el Estado se ha vuelto descaradamente periferista (planificación abusiva de regadíos y legalización de facto de los ilegales (Murcia, Levante), trasvases sin compensaciones económicas(Cerneja-Ordunte en Vizcaya, Tajo-Júcar-Segura en el Mediterráneo), red radial en vez de reticular de carreteras y ferrocarriles y mutilación y boicot de corredores ferroviarios de mercancías de interior (Eje 16 y TCP), inversiones industriales públicas de todo tipo (Seat, refinerías, altos hornos...), transferencias prioritarias con años de antelación, cuotas territoriales exclusivas en organismos del Estado reguladores como Banco de España, comisiones de la energía, las telecomunicaciones, etc. (Cataluña), ley electoral que prima la sobrerepresentación del voto concentrado y perjudica a los territorios de voto disperso, arquitectura administrativa autonómica a su medida, autonomías de vía rápida y lenta, de primera y de segunda, servicios públicos desiguales, sueldos de funcionarios mejores en la periferia, persecución consentida de la cultura y lengua castellana y de sus hablantes, discriminación en múltiples oposiciones por razón de lengua, fiscalidad periférica privilegiada blindada en la Constitución (Navarra, Vasconia) o negociada bilateralmente entre dos (Cataluña)pese a que afecta a todos los territorios, territorios castellanos entregados (comarca de Requena-Utiel) o cuestionados (condado de Treviño), esención de instalaciones polémicas (ATC), confederaciones hidrográficas de ríos interregionales transferidos (Guadalquivir) o fusionados con otros ajenos (Júcar y Túria) y con sedes mal ubicadas (Valencia por Cuenca en el Júcar), participación en votaciones del Congreso de asuntos que solo atañen a otras regiones pese a tener ellos transferidos esas competencias, troceamiento de Castilla en varias regionzuchas de segunda, prioridad en las negociaciones europeas y defensa de los intereses del regadío sobre el campo de secano, utilización de todo 'lo castellano' como moneda de cambio en los intereses globales de España,... la lista es inacabable y como la capital de España es una ciudad castellana, nos toca, además, aguantar que somos centralistas cuando Castilla es bastante más que una sola villa).  ¿Sucedería si Castilla estuviese reunificada en una sola CCAA y en igualdad de competencias? la unión hace la fuerza, nuestro peso específico político y económico no solo sería mayor, sino el mayor de todos, y el país se reequilibraría. Esto tiene arreglo. Un mejor reequilibrio del país, que también debe compensar a Extremadura y Aragón, además, eliminaría muchas de las tensiones territoriales actuales, luego también es bueno para la estabilidad de España.

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